Aunque al hablar de banca y de ética parezca que se están juntando dos términos contradictorios, debido a la debacle financiera de la última década se hace más necesario que nunca plantearse unas finanzas alternativas.
La necesidad de un cambio en el sector financiero es más apremiante que nunca: el frenazo en la concesión de crédito como consecuencia de la crisis financiera ha hecho que tanto la ciudadanía como las pequeñas empresas hayan sido las grandes perjudicadas por dicha coyuntura. Así tenemos que las respuestas tanto de las entidades financieras más sensibilizadas con la cuestión social como de las personas, organizadas de forma colectiva, se traduzcan en iniciativas para paliar esa falta de crédito que han provocado las entidades financieras convencionales. Únicamente con un modelo de finanzas éticas podremos conseguir que el espíritu originario del sector financiero vuelva a recuperarse y servir a los objetivos para los que se creó: facilitar el acceso al crédito (banca) y la solidaridad ante la fatalidad (seguros).
Lo importante de este modelo de banca ética es que dichas entidades toman las decisiones de financiación aplicando una serie de filtros éticos (Sanchis, 2013), concretados en criterios sociales, medioambientales o éticos, que determinan si se financia o no. Partiendo de una serie de filtros negativos que son excluyentes como dedicarse a actividades relacionadas con el juego, el alcohol, el armamento, la pornografía, la experimentación o el maltrato animal, la contaminación,... se procede a valorar los filtros positivos, los de mayor impacto social. Entre los filtros positivos se consideran: la justicia social, la igualdad de oportunidades y de género, la inserción sociolaboral, las condiciones de trabajo, el respeto medioambiental, las relaciones con la comunidad,... La aplicación de estos filtros éticos son la garantía de que se están financiando proyectos y empresas socialmente responsables. Sería necesario un reconocimiento institucional y un apoyo público de los mismos por el trasfondo de justicia social que conlleva.
La banca ética forma parte de las empresas solidarias que actúan bajo los siguientes principios, los que la diferencian de la banca convencional (Sanchis, 2013): 1. Principio de igualdad 2. Principio de empleabilidad 3. Principio de medio ambiente 4. Principio de cooperación 5. Principio de compromiso con el entorno 6. Principio de reinversión en la sociedad de parte del beneficio.