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Aprendizaje Servicio (ApS)


El Aprendizaje-Servicio (ApS) es un método de aprendizaje a través de la prestación de un servicio a la comunidad. Es un método que trata de unir éxito educativo y compromiso social: su finalidad consiste en aprender a ser competentes, siendo útiles a los demás. El momento que vivimos exige nuevas opciones para profundizar en los conocimientos personales y reforzar la identidad social del alumnado, permitiéndole así transformar la sociedad y convertir el mundo en un lugar más humano. Es necesario abogar por un paradigma pedagógico que parta de valores como el diálogo, la cooperación, la toma de decisiones, la reflexión o la comunicación democrática. El ApS es una combinación original de dos elementos: el aprendizaje basado en la experiencia y el servicio a la comunidad. Chiva et al. (2016) definen el ApS como una metodología que procura el aprendizaje de contenidos académicos a la vez que se presta un servicio a la comunidad. Se enmarca dentro del aprendizaje experiencial, ya que su aplicación lleva aparejada la realización de prácticas reales. Procura que los aprendizajes sean significativos, tanto en el ámbito académico como en el ámbito de la formación como ciudadanos, ya que tiene este doble objetivo. En nuestro país existe una larga tradición de escuelas abiertas a la comunidad que impulsan proyectos solidarios, de medio ambiente, de cooperación al desarrollo, de conservación del patrimonio. Lo que hace el ApS es completar la acción solidaria con el vínculo curricular, ofreciendo a los alumnos la oportunidad de aprender siendo útiles a los demás.


De esta manera, según Batlle (2014), se genera un círculo virtuoso: el aprendizaje aporta calidad al servicio que se presta y el servicio otorga sentido al aprendizaje. Se unen dos elementos presentes en nuestros centros educativos, además de orientar el talento del alumnado, y ponerlo a trabajar en la mejora de la sociedad y no sólo en la mejora de su currículo personal. Un proyecto de aprendizaje servicio no es sólo un asunto para educadores, sino que también compete a las entidades sociales porque fortalece el capital social, estimulando el trabajo en redes, explicitando y consolidando los valores y normas de una comunidad, y contribuyendo a crear confianza y seguridad entre la población. Es una herramienta doble: educativa y social. La difusión del aprendizaje-servicio, a día de hoy, de acuerdo con Batlle (2014) se basa en estas tres premisas:

• Base territorial: Trabajar sobre la base de lo que ya existe y es valioso en cada territorio (comunidad autónoma, comarca, región...), favoreciendo que los interlocutores activos e implicados en él tracen su propia estrategia de implantación.

• Pluralismo: Constituir, en cada uno de los territorios, un núcleo o pequeña red plural, donde estén presentes actores educativos y sociales, con capacidad multiplicadora, dispuestos a explorar el ApS, y liderados por alguna organización o institución con legitimidad y reconocimiento social.

• Intercambio: Favorecer el intercambio de recursos, métodos y conocimiento entre las diferentes iniciativas territoriales, a fin de aprovechar todo lo que se genera, y de construir y multiplicar experiencias y conocimiento.

Según Batlle (2014), el aprendizaje-servicio se ha extendido por la sencilla razón de que funciona. El profesorado que lo prueba no lo abandona, porque los resultados son muy notables tanto a nivel estrictamente académico, como de convivencia en el aula y de cohesión escuela-entorno. Las entidades sociales, también de acuerdo con esta autora, encuentran en el ApS un espacio común para compartir con los centros educativos, a veces transformando las propuestas solidarias que ya les hacían, y otras veces creando nuevos proyectos que acercan a la población infantil y juvenil a su terreno. Las administraciones públicas, por su parte, preocupadas por el fracaso escolar y por la inclusión social, han encontrado una herramienta de doble uso que les permite estimular, al mismo tiempo, el éxito educativo y la cohesión social.

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